Es desprevenido, dulce, apasionado, sincero o cortés. Inexperto, al aire, falso o a oscuras. Es de madre, de esquimal, de mariposa o de abuela. Imaginado, húmedo, sonoro, o robado. Es el primero o puede ser el último. Es polémico, accidental, secreto, ardiente o con lengua. Particular, desafortunado, tímido, fugaz o de lado. Incorrecto, ilegal o censurado. Es sólo uno o todos a la vez. Es el beso, el objeto de deseo que aturde la voluntad más fuerte y la expresión que libera las intenciones más ocultas. El acto simbólico por excelencia, un contrato, un sello.
Con la teoría sobre el papel tenía que seguir escribiendo mi artículo pero la Inspiración dejó de mandarme señales al descubrir que yo no conocía el significado de un beso. Se sintió ofendida y abandonó su cargo. El beso es la musa de los artistas- me dijo- sin él yo no te sirvo. ¿De qué valía tener un puñado de palabras revueltas si no conocía el alcance de un beso? Limpié mi cabeza de inseguridades y rescaté de mi mente algunas imágenes dormidas. La sensualidad de El beso de Klimt, sofisticado y dorado, incluso roza lo divino llegando a la metamorfosis del alma. Con Tan veloz como el deseo conocí lo que es un momento vehemente y desnudo que inicia una fusión sin límites. Cuando vi por primera vez la fotografía de El beso en Times Square descubrí lo que es un acto de libertad, un beso de tango, una leyenda. Recopilando todos estos recuerdos llegué a lo que parecía ser una conclusión insuficiente para la Inspiración: un beso es algo positivo y deseado. ¿De qué me estaba olvidando?
Concéntrate y piensa -me dijo- el yin y el yang, la dualidad de la naturaleza, ¿qué te falta? Capté la indirecta y sin tiempo que perder, ya que tenía que entregar mi escrito no más tarde de las once, busqué en mi cabeza la cara negativa del beso. Entre las vivencias y el espacio de memoria reservado para las curiosidades recordé el beso de Judas, pernicioso y traicionero; El beso de la muerte de la mafia siciliana que desconcierta y a la vez excita; Los labios virginales de la Lolita de Nabokov que llevaron al suicidio a un hombre adulto y decente. La dualidad del beso, su significado, siempre estuvo en mi mente y lo había rescatado gracias a la Inspiración. Ahora que ya lo entiendes -me dijo- puedes comenzar a escribir.
Con la teoría sobre el papel tenía que seguir escribiendo mi artículo pero la Inspiración dejó de mandarme señales al descubrir que yo no conocía el significado de un beso. Se sintió ofendida y abandonó su cargo. El beso es la musa de los artistas- me dijo- sin él yo no te sirvo. ¿De qué valía tener un puñado de palabras revueltas si no conocía el alcance de un beso? Limpié mi cabeza de inseguridades y rescaté de mi mente algunas imágenes dormidas. La sensualidad de El beso de Klimt, sofisticado y dorado, incluso roza lo divino llegando a la metamorfosis del alma. Con Tan veloz como el deseo conocí lo que es un momento vehemente y desnudo que inicia una fusión sin límites. Cuando vi por primera vez la fotografía de El beso en Times Square descubrí lo que es un acto de libertad, un beso de tango, una leyenda. Recopilando todos estos recuerdos llegué a lo que parecía ser una conclusión insuficiente para la Inspiración: un beso es algo positivo y deseado. ¿De qué me estaba olvidando?
Concéntrate y piensa -me dijo- el yin y el yang, la dualidad de la naturaleza, ¿qué te falta? Capté la indirecta y sin tiempo que perder, ya que tenía que entregar mi escrito no más tarde de las once, busqué en mi cabeza la cara negativa del beso. Entre las vivencias y el espacio de memoria reservado para las curiosidades recordé el beso de Judas, pernicioso y traicionero; El beso de la muerte de la mafia siciliana que desconcierta y a la vez excita; Los labios virginales de la Lolita de Nabokov que llevaron al suicidio a un hombre adulto y decente. La dualidad del beso, su significado, siempre estuvo en mi mente y lo había rescatado gracias a la Inspiración. Ahora que ya lo entiendes -me dijo- puedes comenzar a escribir.