Pregúntale a quien quieras. Aquellos que recibieron una, pueden decírtelo. Todas mis cartas de amor comenzaron siempre por “Esto no es una carta de amor”. Esta será distinta pero empezará como siempre lo ha hecho.
Esto no es una carta de amor, ni siquiera una declaración formal, pero es para ti. Un montón de palabras que intento ordenar sin ningún éxito, ya sabes. Hoy es invierno y por las mañanas me levanto con el frío. Dormir así es imposible y bajo las mantas espero a que pase la lluvia. En veinte años mi letra no ha mejorado y he decidido no analizarme. Nada está donde lo dejé, mi madre lo habrá escondido bien. ¡Los duendes y mi madre lo cambian todo! Mi planta muerde y hace ruido, yo calladita por si me encuentra. Tengo presentimientos, sí, de esos que asustan. Poderes, lo admito. Si algo feo pasa, yo, yo ya lo sabía. Con los ojos cerrados puedo verlo, se agita mi respiración y tiemblo. Suena el teléfono y zas! Otro caos para el recuerdo. Lo sabía. Mis cuadros siempre esperan y yo, yo paso. También he roto fotos, ahogado anillos y golpeado la pared. No he sido correspondida y he insultado a más de un conductor. He mordido a algún amigo y he perdido apuestas. Mi segundo apellido es desastre pero lo oculto bien.
Yo he hecho muchas cosas, ¿y tú?
Mi carta de amor es para ti. A ti que no me dejas indiferente y no haces que vea sombras al cerrar los ojos. Que no te he esperado y has entrado sin llamar demasiado. Porque diga lo que diga, seguiré fumando a escondidas y queriéndote a voces. Para ti, que no has perdido nunca las ganas de seguir con ganas.
V.C