sábado, 27 de febrero de 2010

La fusión


Nací en el año 1971, mi clon quince años antes.

Desde que tenía seis años, mi padre, un hippie melenudo, me educó para ser un alma libre, pero yo tenía claro que lo mío eran los trajes y no las chilabas. Estudié para ser cables y comía cada día con mi novia, una chica de pelo corto y uñas rojas. Fanático del orden, colocaba en la estantería mi colección de meteoritos esperando, algún día, poder formar mi propio planeta y conquistarlo.

Mi clon se llama Luis y es carretillero jefe. Pese a ser una copia de mi cuerpo, es algo más feo que yo. Coincidí con él un día de marzo comprando un colador en una tienda de cacharros para el hogar. Sorprendí a aquel hombre mirándome fijamente, con dos cucharas soperas en la mano, como si yo fuese un fantasma. Me dijo que era mi clon, que sabía que existía un original, yo, y que tenía que matarme o fusionarse conmigo. A mí lo de la fusión no me gustó del todo pero pensé que al menos podíamos ser amigos.

Le invité a mi cumpleaños, había comprado una tarta de fresas naturales con mermelada muy espesa. Juntos en mi casa descubrimos que no teníamos nada en común. Él era hippie, tenía el pelo fosco y largo, vestía con una especie de camisa mao y sandalias de cuero. Yo le recibí con camisa pero sin corbata, informal. No tenía estudios, pero sí tres hijos pelirrojos. Me preguntó si estaba casado y mientras observaba mi cara de perro abandonado, le dije que mi novia me había dejado al acabar sus exámenes tres semanas antes. Me dio un abrazo de consuelo y… Mierda!

La fusión…

Hoy me llamo Pucho, son un bulldog francés y creo que tengo un clon en algún lugar de esta ciudad. No pienso averiguarlo.

lunes, 15 de febrero de 2010

Por qué lo llaman amor cuando quieren decir..


Viernes noche. Un frío…

Acaba la jornada y vuelvo a casa en coche. Me he saltado dos semáforos y he leído un mensaje al volante. Creo que mi móvil ha muerto, suena raro.

Llegó al sofá pensando en desvestirme, qué pereza, dónde estarán mis zapatillas. Leo las cartas que he recogido del buzón mientras me desabrocho el abrigo y me pongo cómodo. Ninguna factura, hoy es mi día de suerte. Respiro tres veces y voy al dormitorio. No hice la cama, qué diría mi madre, las diez y las sábanas revueltas. Qué más da, pienso,
me tumbo en la cama.

Hoy es viernes…y mañana un sábado más.

Ojala fuese lunes.

Hace una semana que te fuiste y ni un minuto he pensado en llamarte. Miento. Tu olor en la cama me hace recordar... Cuando te besé ibas disfrazada de Princesa Leia. Tan sexy, cómo olvidarlo. Cinco minutos, diez chupitos y dos calles después, mis sábanas te atrapaban. Qué quieres de mí, preguntabas mientras te dejabas besar los hombros. Yo pensé lamer el cielo y sólo me caí del colchón. Tú dormiste desnuda y yo soñaba con los ojos muy abiertos. Tan perfecta, tan irreal.

Me hice el dormido mientras huías sin vestirte del todo. Ey…no te vayas, pensé. Sólo pensé. La puerta se abrió, se volvió a cerrar y yo sigo aquí.

Lo llamaste sexo, yo lo llamo amor.